Chucho Reyes y Rusudan Khizanishvili y el ritual del sacrificio
Local MX
Por: Estefanía Fink, 1 de diciembre 2025
Ahora pienso que cada persona es una historia, y busco un título para todas
ellas. Si te encuentro en algún lugar y empiezas a hablarme, por un
instante imaginaré que eres una historia, y encontraré un título para ti.
— Goderdzi Chokheli
Sacrificial Rites, es un encuentro entre Chucho Reyes y Rusudan Khizanishvili, una unión de lugares, épocas y biografías donde se habla de algo que atraviesa a todos —el sacrificio, entendido no como drama, sino como ese momento extraño donde lo que se deja ir abre espacio para otra forma de vida.
El diálogo entre ambos artistas no ocurre desde la similitud, sino desde la fricción.
Khizanishvili viene de un contexto georgiano poscomunista marcado por memorias que pesan: traumas heredados, silencios familiares, persistencias históricas. Su obra reciente está compuesta por figuras que cargan, ofrecen y entregan; cuerpos que parecen estar en medio de un ritual personal en el que se sacrifican miedos, recuerdos o incluso fragmentos de identidad para avanzar.
Sus pinturas y dibujos (2024–2025) son intensos, texturizados, casi volcánicos. Nada se repite: cada imagen es un acto de renacimiento por sí solo. Su idea del sacrificio tiene algo de limpieza interna, como recalibrar el equilibrio para poder seguir creando.
Y luego está Chucho Reyes: México, papel de china, color, formas que se hacen y deshacen. Su sacrificio no es solemne; es un destello. Lo efímero como método, lo frágil como fuerza. En esos ángeles, caballos y figuras improvisadas hay una especie de entrega poética: una manera de transformar lo cotidiano en símbolo sin caer en la nostalgia ni en el folclor fácil. Chucho, como siempre, hace de lo leve algo profundamente luminoso.